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Un circo para que Palestina sueñe

Publicado: 2011-09-01

Voluntarios de Alemania, Francia, Estados Unidos, Noruega y España se juntaron durante julio y agosto para hacer un tour por Cisjordania llevando ilusión, arte y diversión a escuelas y campos de refugiados. Este es el cuarto año que una treintena de especialistas y alumnos árabes y occidentales recorren el país en busca de sonrisas.

Pero ¿por qué un circo en Palestina? como ellos mismos dicen, muchas personas desmerecen lo que ellos hacen, pero al mismo tiempo afirman que esta hora y media llena de sueños es lo necesario para pintar sonrisas y alejar los miedos.

La página Periodismo Humano sobre el tema:

No es el primer año sino el cuarto que se deciden a recorrer los campamentos de refugiados y las escuelas de la zona abriendo ventanas a la expresión artística de un pueblo castigado por la ocupación. Jessika Devlieghere, cofundadora de la escuela de Ramala junto a Shadi Zmornod, conoce el desdén con que se suele tratar al circo en todo el mundo, “un arte menor, dicen algunos”, pero ni esa crítica ni las cejas arqueadas de los que ven infantil combatir el dolor con cuerdas, bailes y mazas paran su iniciativa verano tras verano. “¿Circo en Palestina? Siempre lo desdeñan. Pues sí: arte en Palestina. Queremos fortalecer la identidad palestina desde este otro ángulo del arte. El circo es cooperación e intercambio, y eso es básico en una población en zona de conflicto. Nuestra escuela quiere crear profesionales, difundir las diferentes variantes que engloba nuestro oficio y potenciar la creatividad de los chavales, porque una sociedad no sólo se construye desde las instituciones políticas”, defiende. Todos los cooperantes que han viajado este año a los Territorios Ocupados comparten esa visión: el circo como pedagogía, como educación corporal, emocional y social. Por eso hay quien repite de otros años, quien se ha quedado “enganchado” con esta tierra.

La idea surgió de un “fuerte compromiso” de Jessika y Shadi con la causa palestina y después de ver en “cientos de ocasiones” el desgaste de la infancia en esta tierra. “Ven sus hogares destrozados, les quitan sus tierras de labor, los someten y humillan encheckpoints, sufren abusos, detenciones arbitrarias y asesinatos, y luego los ves vendiendo dulces o limpiando cristales en el paso de Qalandia… Teníamos que hacer algo por su desarrollo físico, mental y artístico, y el tiempo nos está dando la razón”, explican las bases de la escuela. La palabra que más repite Devlieghere es “transformación social“, la de un pueblo que lleva “63 años sin poder canalizar su emoción porque está vetado”. “Si no puedes ni cantar tus penas, ni reír tus desgracias, si no puedes hacer mimo para irradiar lo que sientes desde la contención, si no tienes libertad para dominar el aire con acrobacias, si sientes tu cuerpo aprisionado… Es como si no te dejaran bailar, o pintar o cantar. El circo es un arte mundial porque el ser humano tiene necesidad de él, de expresarse a través suyo. ¿Cómo no iba a instalarse también en Palestina?”, insiste. Tanta fuerza está tomando la Escuela de Ramala que atrae eventos a escala mundial. Sin su aliento a estas artes en Palestina sería imposible, por ejemplo, la primera edición de Festiclown Palestina, un festival de circo, clown y risoterapia organizado porPallasos En Rebeldía.Será en septiembre cuando llegue el nuevo soplo de libertad a Cisjordania, cuando se abran nuevos agujeros en el tiempo monótono y triste de los refugiados. Es apenas una hora y media larga de sueños la que han vivido en Jelazoun, lo justo para pintar sonrisas y alejar miedos. Los niños como Sakher (también niños ahora su padre y su abuelo, de la mano) regresan a casa por caminos polvorientos, sin asfaltar, jalonados de contenedores ardiendo, de retratos de Arafat, de casillas bajas, antiguas tiendas de tela, el sello del refugiado. A la espera de que lleguen pronto nuevas sonrisas.

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Escrito por

Patricia Yovera

comunicadora. leo, del signo y del verbo.


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