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El fanatismo religioso y el terrorismo

Publicado: 2011-09-11

El profesor y escritor Fernando Mires, en el marco de la conmemoración de los 10 años del atentado el 11 de setiembre a las Torres Gemelas, ha escrito un artículo sobre qué tanto la religión influye en un terrorista.

Mires escribe este artículo basado en el libro Terrorista, de John Updike.

Debo decir que el acercamiento a ese magistral thriller no fue del todo desinteresado: hace ya tiempo que me persigue la obsesión por entender los motivos que llevan a determinadas personas a seguir el mandato de una religión como coartada para obviar la presencia de Dios. No sé si muchos concuerdan con esa opinión, pero estoy seguro de que el exceso de ritualidad constituye un obstáculo que impide el acceso a la fe. Por cierto, esa idea no es sólo mía. Uno de los primeros en formularla fue Baruch Spinoza (1632-1677), hecho que le costó serios problemas con las autoridades de las dos religiones que lo circundaban: la judía y la cristiana.

No voy a generalizar, pero ha habido seres humanos que guiados por la búsqueda de “la verdad” se han acercado mucho más a una verdadera espiritualidad que otros que siguen al pie de la letra los rituales de una determinada religión.

“Dios es la Verdad, pero la verdad no es Dios” fue una de las frases de ese profundo filósofo judío llamado Franz Rosenzweig, frase que también puedo entenderla de esta otra manera: “quienes buscan la verdad no encuentran al espíritu pero están más cerca del espíritu que quienes no la buscan”. Y agregaría: “aunque sean muy religiosos”. Y la posibilidad de la verdad no sólo está en la religión –no me cabe ninguna duda- también se encuentra en las ciencias, en el arte, en la poesía, o en el dialogo con los nosotros, con los vosotros y con los otros

Las religiones, pienso yo, no llevan directamente a Dios. En el mejor de los casos crean algunas condiciones para que determinados grupos ordenen su realidad facilitándose así el acceso colectivo a una determinada fe. Con occidental ironía dijo una vez Joseph Ratzinger: “sería un absurdo pensar que sólo los católicos van al cielo”. Pues bien, en ese absurdo -el monopolio celestial- creen muchos miembros de diversas religiones, incluyendo a algunos de la de Ratzinger

Los llamados terroristas islámicos, también llamados islamistas, pertenecen también a esa última categoría. Por supuesto, no todo fanático es un terrorista pero los terroristas son o provienen de círculos fanáticos. No hay, luego, ningún motivo para afirmar -en aras de una falsa “corrección política”- que los terroristas islámicos no son verdaderamente religiosos. Lo son: rezan cinco veces al día, practican todos los rituales y creen en el “más allá”. Son tan o tan poco religiosos como los religiosos no terroristas. De la misma manera no hay ningún motivo para afirmar que Franco o Pinochet no eran buenos cristianos. Claro que lo eran. Nunca dejaron un sólo domingo de asistir a misa, confesaron sus espantosas carnicerías, comulgaron y –a través de los curas- obtuvieron la absolución de sus pecados. Si se fueron al cielo o no, ese es otro problema frente al cual me declaro absolutamente incompetente.

No hay contradicción entre practicar una religión y ser un criminal. Ese tema ya lo tengo resuelto. El problema es otro: ¿por qué hay seres humanos que a través y no en contra del seguimiento de una religión llegan a la criminalidad como es el caso (entre otros) de los terroristas islámicos, también llamados islamistas? Ese fue el motivo por el cual me acerqué a la novela de John Updike: “Terrorista”. Y debo confesar: en esa novela encontré, si no la respuesta, por lo menos una gran parte de ella.

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Escrito por

Patricia Yovera

comunicadora. leo, del signo y del verbo.


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